Tremenda revuelta en Cabecera habría iniciado por una ofensa

Un alboroto frente a una droguería en la carrera 35 con calle 51 del sector Cabecera en Bucaramanga, paralizó a todos los transeúntes que observaban como dos jóvenes descontrolados y groseros le gritaban a la mujer del local que intentaba hacer funcionar un taser para ahuyentarlos.

En ese grotesco encuentro, abundaron los insultos y hasta las amenazas de muerte por parte de los sujetos, que se alteraron mucho más al ver que finalmente sonó la electricidad del aparato de defensa personal.

Eso hasta que finalmente intervino la Policía y detuvo a los escandalosos hombres, para llevarlos hasta el CAI, devolviendo la tranquilidad al sector comercial.

Ké se dice habló directamente con la mujer del video, propietaria de la droguería, quien indicó que la gresca inició momentos antes, cuando uno de estos sujetos ofendió a su hermano menor, de 18 años, con un acto atrevido.

“Mi hermano estaba en la esquina, venía desde el Oxxo, porque él me ayuda a hacer domicilios; él me cuenta que el otro muchacho venía ‘metiendo’ pegante y se le acercó a botarle humo en la cara.

“Por supuesto, mi hermano le dijo que qué le pasaba, que respetara y empujó al muchacho, entonces ese se devolvió y le pegó un puño y le dijo que iba a llamar al hermano de él… así empezó todo”, relata la comerciante.

Segunda parte del alboroto

Ella, consciente de la cultura de intolerancia que se vive en Bucaramanga y que puede llegar hasta la muerte, decidió esconder a su familiar al interior del negocio para evitar mayores problemas, pues “es un muchacho juicioso, para mí es un niño, y quién sabe qué le podían hacer”.

En su sabía decisión, fue la comerciante quien quedó para enfrentar al agresivo sujeto, quien regresó con su hermano buscando problemas.

“Cuando veo es que vienen en ‘gavilla’, uno con una botella en la mano. A mi me dieron muchos nervios, el de la botella llegó y la partió contra la baranda del acceso, y preguntó: ‘¿Quién fue el que le pegó a mi hermano?’.

“Yo le dije que no vinieran a buscar problemas, no los dejé entrar, aunque uno se me metía por un lado y el otro trataba por el otro. Tenía miedo de que me destruyeran el local. Por eso saqué el taser en la mano, pero no era capaz de prenderlo; mientras, un vecino que los distinguía les decía que se fueran.

“Cuando vieron que me prendió ahí sí se pellizcaron. Incluso la gente del sector me apoyó y un niño delgado que vio que se estaban metiendo conmigo intentó sacar un cuchillo para defenderme, pero yo le dije que por favor no se pusiera a pelear porque estaban muy alterados y eso es un asunto de egos, la gente no mide lo que hace”, explicó la afectada mujer.

Cuando llegaron los uniformados ella informó sobre la situación y se llevaron al par de jóvenes; sin embargo, esta comerciante indica que le preocupa que regresen a atacar a su negocio o le hagan daño a su hermano.

Con casos como estos, que se siguen multiplicando y dejando muchas víctimas en la ciudad, aunque no en este caso, las autoridades insisten en que las diferencias no sean resueltas a través de la violencia.