Citaba a mujeres para supuestas ofertas de trabajo, las abusaba y las asesinaba

La historia de Catalina Leyva, de 24 años, comenzó con una falsa promesa laboral. El 8 de noviembre de 2024 salió de su casa rumbo a una entrevista en el sector de El Perdomo, en Ciudad Bolívar. Su novio la dejó en el lugar a las 8:30 p. m., pero una hora después dejó de recibir respuestas. La línea telefónica se apagó sin explicación.

La angustia lo llevó a recorrer la zona y pedir ayuda en un CAI cercano para activar la búsqueda. La ubicación compartida entre ambos celulares se convirtió en la pieza clave: el rastro los dirigió a una zona boscosa de Ciudad Bolívar. Allí, en un potrero, las autoridades hallaron el cuerpo sin vida de la joven.

El informe de Medicina Legal reveló la brutalidad del ataque. Catalina fue golpeada, violentada sexualmente y asfixiada. La entidad concluyó que la muerte se produjo por estrangulamiento y sofocación, y señaló que había evidencia de actividad sexual forzada y signos de sujeción previos al fallecimiento. El crimen, además de ser atroz, permitió abrir una ventana hacia otros hechos similares.

Las diligencias condujeron a la Fiscalía a encontrar patrones ya descritos por otras 12 mujeres que, aunque sobrevivieron, habían sido víctimas del mismo sistema de engaño.

El modus operandi que llevó a la captura

La Fiscalía determinó que desde abril de 2024, Montilla, junto con su pareja sentimental —quien también fue capturada y cuenta con medida de aseguramiento por hurto—, utilizaba falsas ofertas de empleo para atraer mujeres necesitadas de ingresos.

A través de redes sociales, citaban a las víctimas bajo la excusa de procesos de selección. Una vez en el lugar acordado, les robaban los celulares, tomaban control de sus redes sociales, las extorsionaban y desde esas mismas cuentas contactaban nuevas víctimas.

“Les pedía a estas mujeres, en el caso particular de Catalina, que enviara fotos de tipo íntimo o que grabara videos como un prerrequisito para el supuesto empleo”, explicó la fiscal a cargo del caso.

Las sobrevivientes relataron que eran llevadas a zonas boscosas con distintos pretextos. Allí eran intimidadas para obligarlas a desvestirse bajo amenazas. Aunque Catalina fue la única víctima fatal, todas describieron el mismo rostro, la misma voz y la misma dinámica. También señalaron a la pareja del agresor como cómplice directa en la ejecución del plan.

Una fotografía enviada por Catalina a su novio minutos antes de desaparecer se convirtió en evidencia central. En ella, se ve a un hombre de espaldas caminando hacia la zona donde posteriormente sería hallado el cuerpo. La imagen coincidió con las descripciones aportadas por las demás víctimas.

La sumatoria de testimonios, hallazgos técnicos y evidencia digital permitió a la Fiscalía establecer el vínculo definitivo entre Montilla y los ataques, lo que derivó en su captura y en la ampliación de la investigación para determinar si existen más mujeres afectadas por esta modalidad.